miércoles, 24 de marzo de 2010

Los amigos del barrio

“Los amigos del barrio pueden desaparecer, los que están en los diarios pueden desaparecen, la persona que amás puede desaparecer”. “Los dinosaurios” de Charly García


Esa tarde, Paula entró como si fuera la primera vez a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Ciudad Universitaria de Buenos Aires. Habían pasado casi 28 años desde que no volvía.
Era el mismo lugar y a la vez era distinto.
La primera vez que entró, tenía 21 años. Quería estudiar Biología. Eran tiempos raros y violentos en la Argentina. En 1981 en la época de la dictadura militar ser joven y estudiante era peligroso, muy peligroso. Había mucha policía en la facultad pero a pesar de eso, estudiábamos, nos divertíamos, nos enamorábamos.
Paula participaba en una revista que se llamaba “Doble hélice” por la cadena de ADN. La vendíamos fuera de la facultad ya que la policía la sacaba diariamente de la librería universitaria.
Los domingos, nos reuníamos en el barrio de Once, cerca de la Sociedad Hebraica Argentina, en un local de un partido de izquierda cuyo nombre no recuerda. A pesar de las reiteradas quejas de su padre por el peligro de los encuentros, Paula concurría a las reuniones donde se mezclaba la política con el amor, los reclamos estudiantiles y hasta la deuda externa.
De esa época recuerda a muchos amigos. Fabián -que era del Partido Intransigente, el que se opuso fuertemente a los militares- es al que con más cariño recuerda. A Fabián le gustaba la política pero también la naturaleza, la música y la poesía del uruguayo Mario Benedetti. Era andinista y una vez intentó escalar el Aconcagua en la Cordillera de los Andes y casi lo logra. La noticia fue publicada en el diario Clarín. Paula la recortó y la guardó. Su amigo, a pesar de la avalancha, sobrevivió. También fue preso cuando participó de la que fue la última marcha contra la dictadura.
Después de años de represión, en 1983 votamos por primera vez luego de muchos golpes militares que ensangrentaron a la Argentina.
Paula como muchos argentinos, sintió que la esperanza renacía con una democracia imperfecta pero democracia al fin. Una triste historia de dolor y desaparecidos quedó en la memoria y el corazón de la gente.
Hoy Paula, muchos años después, entra de nuevo a la “facu” y ve el busto de Evita y una bandera colgada con la foto de los desaparecidos de la Facultad. Le corre un frío por la piel y se alegra de estar viva y de que su amigo Fabián, aunque esté lejos físicamente, también lo esté.

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