Por donde quiera que vaya está la gente. Los seres anónimos que no salen en los títulos de los diarios. Que se levantan cada día para trabajar y trabajar e intentar vivir cuando queda tiempo.
Ellos, de carne y hueso, que te sonríen y te saludan aunque no tengan casi nada. Ellos son héroes que no escriben la historia ni la cuentan.
Ellos que se inventan una alegría, que silban y cantan aunque desafinen.
Ellos tan pequeños y tan grandes que trabajan aunque estén tristes.
Ellos que no hacen discursos ni dicen palabras importantes.
Ellos, la gente y su simpleza, la gente y sus sonrisas, la gente y sus milagros de esperanza.
La gente que bendice su trabajo aunque el trabajo no siempre los bendiga.
Ellos, la gente me conmueve, porque llueva o salga el sol, ellos hacen y viven.
Viven aunque la esperanza no esté en ellos pero saben que está en los hijos y los llevan a la escuela y los peinan prolijamente como si peinaran el futuro.
Ellos saben aunque no lo digan que mañana será mejor.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
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