domingo, 23 de agosto de 2009

Pan y violetas

En el día de su cumpleaños, le dedico a mi abuelo Antonio, mi primer narrador de historias, esta plegaria pagana.

Cada vez que paso por una panadería y siento el olor a pan recién salido del horno regreso aunque sea por unos minutos a la infancia, a la mano segura de mi abuelo llevándome a la escuela. Él conocía el camino de ida y de regreso, él sabía cruzar la "peligrosa" avenida Almirante Brown del barrio de la Boca. Él sabía. Él realmente sabía aunque apenas sabía firmar y tenía la costumbre de leer el diario Crónica ("prensa amarilla" para algunos intelectuales que no le llegan ni a la suela de los zapatos).
Él sabía ganarse el pan empapándose bajo la lluvia en el puerto, la ropa sucia, negra de carbón pero "la plata me la trae bien limpita" se pavoneaba su mujer provocando cuchicheos de vecinas envidiosas de los escotes, de las risas fuertes a la hora de la cena y del bretel negro del corpiño que se asomaba indiscreto por el hombro derecho. Y sí, la plata se la llevaba limpia porque la había ganado laburando. Y él sí, él podía ir por la vida con la frente bien alta y las violetas bajo el sombrero para su Margarita.

1 comentario:

  1. Pude ver (imaginar) lo que leí. Me hizo cerrar los ojos y sentir esa sensación de alivio que trae el bienestar.
    Gracias. Espero poder ir a verte la próxima vez que leas.
    Mariana (alumna de la Alianza)

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