Hace tiempo escribí este texto dedicado a mi hijo que ahora es un adolescente con la misma generosidad de aquel regalo. Para él, mi homenaje:
Hoy mi hijo me trajo un regalo hermosísimo. Salió caminando con dificultad de la escuela y yo le pregunté preocupada qué le pasaba. Me contó que llevaba escondido en su media derecha un regalo para mí y que era algo muy valioso. Al llegar a casa, me mostró su tesoro escondido: “un diamantito”. En realidad, era una pequeñísima piedra celeste de fantasía que valía mucho más que un diamante porque había tanta belleza en su gesto, en el brillo de su piedrita que hasta el sol se puso celoso de nuestra tarde.
martes, 29 de septiembre de 2009
martes, 22 de septiembre de 2009
La vie est belle (La vida es bella)
Este texto que escribí en francés habla de la vida y de su belleza y dice más o menos así:
Cuando una tiene un hijo adorable, amigos, un padre joven a pesar de la edad, un hombre al que amó mucho.
Cuando vivió desayunos bajo el sol, noches en las que todo es lujo, calma y voluptuosidad y sabe que tendrá aún más, no importa cuándo, no importa dónde pero lo sabe.
Lo sabe y eso basta para continuar.
LA VIE EST BELLE
Quand on a un fils absolument adorable, des amis, un père jeune malgré son âge, un homme qu’on a beaucoup aimé.
Quand on a vécu des petits déjeuners ensoleillés, des nuits où tout est luxe, calme et volupté et on sait qu’on en aura encore n’importe quand, n’importe où, mais on le sait.
On le sait et ça suffit pour continuer.
Cuando una tiene un hijo adorable, amigos, un padre joven a pesar de la edad, un hombre al que amó mucho.
Cuando vivió desayunos bajo el sol, noches en las que todo es lujo, calma y voluptuosidad y sabe que tendrá aún más, no importa cuándo, no importa dónde pero lo sabe.
Lo sabe y eso basta para continuar.
LA VIE EST BELLE
Quand on a un fils absolument adorable, des amis, un père jeune malgré son âge, un homme qu’on a beaucoup aimé.
Quand on a vécu des petits déjeuners ensoleillés, des nuits où tout est luxe, calme et volupté et on sait qu’on en aura encore n’importe quand, n’importe où, mais on le sait.
On le sait et ça suffit pour continuer.
martes, 15 de septiembre de 2009
El regalo de hoy
Para que cada vez que lean este poema sea "hoy":
El regalo de hoy
Es este silencio
En paz conmigo misma.
Mis sentidos
En espera paciente.
Mañana,
Mañana será mejor.
El regalo de hoy
Es este silencio
En paz conmigo misma.
Mis sentidos
En espera paciente.
Mañana,
Mañana será mejor.
sábado, 12 de septiembre de 2009
La caja de los sueños
Esa tarde en que Paula abrió la caja de los sueños, tuvo muchas sorpresas. Poco a poco, salieron el olor a pan caliente, a chocolate, sus primeros perfumes. También aparecieron la boina negra de su abuelo Antonio y alguna tarde a la salida de la escuela tomada de su gran mano cruzando la avenida Almirante Brown en el barrio de la Boca, paseos con su papá y su hermana por el puente que cruza el Riachuelo, algún viaje en colectivo con su mamá y Paulita leyéndole todos los carteles que veía o disfrazándose y desfilando para ella. La cajita tenía aún más, tenía a los juegos a la tarde con su hermana haciéndose las señoritas que recibían a las visitas y comían “exquisitos inventos”: galletitas de chocolate aplastadas y mezcladas con agua. En ese tesoro estaban los lujos de los domingos por la tarde, su sandwich preferido de salame de milán picado fino o el manjar de algunos días: un alfajor de chocolate Havanna.
También apareció el olor a tierra recién mojada de las plantas de la casa de su tía Rosa y los distintos matices de color rosado de los malvones en flor. Los panaderos que ella juntaba, volaron de la cajita junto con aquel primer poema que escribió y ya no recuerda.
La alegría y el brindis con sidra de su abuelo por la comunión de “la Paula” y el triunfo de Boca tampoco faltaron ni la figura imponente y tierna de su abuelo presidiendo la mesa de las primeras Navidades.
Por último escuchó el silbido de su papá a todo pulmón del Feliz Cumpleaños, rito de cada 9 de febrero, día del cumpleaños de Paula, que se repite cada año y desea se repita hasta la eternidad.
También apareció el olor a tierra recién mojada de las plantas de la casa de su tía Rosa y los distintos matices de color rosado de los malvones en flor. Los panaderos que ella juntaba, volaron de la cajita junto con aquel primer poema que escribió y ya no recuerda.
La alegría y el brindis con sidra de su abuelo por la comunión de “la Paula” y el triunfo de Boca tampoco faltaron ni la figura imponente y tierna de su abuelo presidiendo la mesa de las primeras Navidades.
Por último escuchó el silbido de su papá a todo pulmón del Feliz Cumpleaños, rito de cada 9 de febrero, día del cumpleaños de Paula, que se repite cada año y desea se repita hasta la eternidad.
jueves, 3 de septiembre de 2009
A brillar mi amor
Aunque pasó el tiempo me encanta esta película de Sofía Coppola. Es simple, conmovedora, divertida e inteligente. Se me ocurrió hacer una encuesta entre conocidos,amigos y alumnos acerca del final y las respuestas fueron muy diversas. Ahí va la mía:
Guardo en mi memoria muchos finales de películas. Algunos me fueron revelados por mi madre durante la infancia. Con el paso del tiempo, algunos cayeron en el olvido. Otros sin embargo, como el de “Perdidos en Tokio” (“Lost in translation”), el film de Sofía Coppola, me dejaron imaginando: ¿Qué le susurró al oído Bob Harris (Bill Murray) a Charlotte (la joven Scarlett Johansson) en una calle de Tokio, en medio de la multitud?
Tal vez que se encontrarían nuevamente allí o en otra ciudad (e-mail de por medio) o quizás le dijo que estaba perdidamente enamorado de ella pero..
O mejor aún que ella era una mujer muy especial y que seguramente iba a encontrar su camino porque ya lo había empezado a recorrer.
Podríamos seguir imaginando posibilidades, a gusto del espectador. Pero si hay algo seguro en este mundo es que la luminosidad de la sonrisa y el brillo en los ojos de una mujer después de un encuentro con un verdadero hombre revelan que esa mujer ya no es la misma, que algo en ella cambió para siempre.
Guardo en mi memoria muchos finales de películas. Algunos me fueron revelados por mi madre durante la infancia. Con el paso del tiempo, algunos cayeron en el olvido. Otros sin embargo, como el de “Perdidos en Tokio” (“Lost in translation”), el film de Sofía Coppola, me dejaron imaginando: ¿Qué le susurró al oído Bob Harris (Bill Murray) a Charlotte (la joven Scarlett Johansson) en una calle de Tokio, en medio de la multitud?
Tal vez que se encontrarían nuevamente allí o en otra ciudad (e-mail de por medio) o quizás le dijo que estaba perdidamente enamorado de ella pero..
O mejor aún que ella era una mujer muy especial y que seguramente iba a encontrar su camino porque ya lo había empezado a recorrer.
Podríamos seguir imaginando posibilidades, a gusto del espectador. Pero si hay algo seguro en este mundo es que la luminosidad de la sonrisa y el brillo en los ojos de una mujer después de un encuentro con un verdadero hombre revelan que esa mujer ya no es la misma, que algo en ella cambió para siempre.
lunes, 31 de agosto de 2009
Al maestro Ernesto Sábato
Aunque parezca inverosímil la historia que voy a contar me ocurrió y marcó mi vida:
Tenía sólo 21 años cuando Paula emprendió el viaje desde la estación de Retiro hasta Santos Lugares, provincia de Buenos Aires. Durante el viaje en tren pensó como sería el maestro Sábato y repasó nerviosa las preguntas del reportaje que quería hacerle.
Él la recibió con calidez y le indicó donde sentarse. Él lo hizo frente a ella, la miró y Paula comenzó a contarle que estudiaba Biología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales pero que lo que ella más deseaba en el mundo era ser escritora.
Cuando sacó su ambiciosa lista de preguntas, el maestro le explicó con paciencia que no podía responder a todas esas preguntas ya que las respuestas estaban en sus libros, en los fantasmas nocturnos que le dictaban sus novelas.
Paula leyó tantas veces la novela “Sobre héroes y tumbas” que pensaba que la pareja de Alejandra y Martín existía. Repetidas veces los buscó en el Parque Lezama, en un banco frente a la estatua de Ceres. Los buscó como se busca un amor perdido, con desesperación y esperanza.
Y Sábato la sorprendió porque le regaló un ejemplar casero hecho en México de una parte de esa novela donde aconseja a un joven que escribe y titula la carta: “Querido y remoto muchacho” y se lo dedicó: “Para Paula, afectuosamente” con su firma simple y clara debajo.
No fue la única sorpresa sino que también le ofreció con infinita generosidad leer los poemas que ella escribía.
Ahora Paula recita de memoria el poema que le dedicó después de aquel encuentro que iluminó su camino:
“Una sombra en la oscuridad
recuerdo de tiempos pasados
y la luz brotando en la oscuridad
desde el centro de su ser
hasta el centro de mi ser”
Aquella tarde cuando ya se ponía el sol, él le aconsejó que estudiara para ser profesora de francés. Ella siguió su consejo. Y así fue como empezó la historia de la “francesita”.
Tenía sólo 21 años cuando Paula emprendió el viaje desde la estación de Retiro hasta Santos Lugares, provincia de Buenos Aires. Durante el viaje en tren pensó como sería el maestro Sábato y repasó nerviosa las preguntas del reportaje que quería hacerle.
Él la recibió con calidez y le indicó donde sentarse. Él lo hizo frente a ella, la miró y Paula comenzó a contarle que estudiaba Biología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales pero que lo que ella más deseaba en el mundo era ser escritora.
Cuando sacó su ambiciosa lista de preguntas, el maestro le explicó con paciencia que no podía responder a todas esas preguntas ya que las respuestas estaban en sus libros, en los fantasmas nocturnos que le dictaban sus novelas.
Paula leyó tantas veces la novela “Sobre héroes y tumbas” que pensaba que la pareja de Alejandra y Martín existía. Repetidas veces los buscó en el Parque Lezama, en un banco frente a la estatua de Ceres. Los buscó como se busca un amor perdido, con desesperación y esperanza.
Y Sábato la sorprendió porque le regaló un ejemplar casero hecho en México de una parte de esa novela donde aconseja a un joven que escribe y titula la carta: “Querido y remoto muchacho” y se lo dedicó: “Para Paula, afectuosamente” con su firma simple y clara debajo.
No fue la única sorpresa sino que también le ofreció con infinita generosidad leer los poemas que ella escribía.
Ahora Paula recita de memoria el poema que le dedicó después de aquel encuentro que iluminó su camino:
“Una sombra en la oscuridad
recuerdo de tiempos pasados
y la luz brotando en la oscuridad
desde el centro de su ser
hasta el centro de mi ser”
Aquella tarde cuando ya se ponía el sol, él le aconsejó que estudiara para ser profesora de francés. Ella siguió su consejo. Y así fue como empezó la historia de la “francesita”.
domingo, 30 de agosto de 2009
A mis hermanos del alma
No tienen tu misma sangre, no son tus padres ni tu hermanos pero tienen un parentesco extrañamente poderoso que es el del alma. Puede que estén en la otra punta del mundo o al alcance del teléfono, de la mano o del abrazo. Y te acompañan en las noches en que la soledad te duele porque te mandan un mensaje por e-mail o por una estrella, porque sabés que en alguna parte están y sólo por eso, por saber que existen te sentís menos sola.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)