lunes, 9 de abril de 2012

Un gato de colores

“Ponte color que al morir los hombres son blancos” Luis Alberto Spinetta


Marcela tenía apenas cinco años, cuando un día en la escuela, las monjas le dieron a cada nena un papel con un gato dibujado que debían pintar. Ellas los colorearon de marrón o de negro pero Marcela lo hizo con muchos colores: rojo, verde, amarillo, azul, anaranjado, violeta. Estaba muy orgullosa de su trabajo y de su gatito que sonreía. Pero para su sorpresa, a las monjas les pareció “horrible, un mamarracho” y llamaron a sus compañeritas que se rieron de ella y de su obra. Le preguntaron si le parecía “normal” su gato y ella les respondió que sólo era un dibujo y no un gato verdadero.
Ahora Marcela va por la vida vestida de arco iris y les regala a los que quiere un color diferente cada día.

lunes, 12 de marzo de 2012

A mis hermanos del alma

No tienen tu misma sangre, no son tus padres ni tus hermanos. Pero tienen un parentesco extrañamente poderoso que es el del alma. Puede que estén en la otra punta del mundo o al alcance del teléfono, de la mano o del abrazo. Y te acompañan en las noches en las que la soledad te duele porque te mandan un mensaje por e-mail o por una estrella. Porque sabés que en alguna parte están y sólo por eso, por saber que existen te sentís menos sola.

jueves, 23 de febrero de 2012

Yo sólo puedo quererte

“Yo sólo puedo quererte” le dijo un día su mamá a Paula. Pero Paula no lo entendió en ese momento sino años después.
Sí, su la madre la quería como podía porque en verdad todos queremos mucho a alguien a nuestra manera: amorosa, imperfecta, humana.
¡Qué bueno que me lo hayas dicho, mamá!
Ahora sé que damos lo que tenemos y que nadie lo tiene todo.

jueves, 2 de febrero de 2012

¡Vamos que llueve!

Las noches que llovía, cuando mi abuelo Antonio recibía el diario Crónica de su canillita, el Negro gritaba a viva voz "diario, diario, Crónica, Razón,diario, diario" y recibía el doble de propina por estar trabajando bajo la lluvia.
Entonces, el Negro que era bien pícaro, si no llovía igualmente gritaba :"¡vamos que llueve!" y recibía su propina habitual aunque deseaba que lloviera para ganar un poco más.

domingo, 1 de enero de 2012

La secreta esperanza



Cada día renuevo la fe en el mañana, con la mirada puesta en el hoy.
Cada mañana renace la secreta esperanza de ser yo misma.
Cada atardecer sueño los colores de mi camino.
Cada luna llena creo que el amor es posible.
Cada paso que doy, creo en quien genuinamente soy.

foto de Sophie Schvartz

martes, 20 de diciembre de 2011

Horizonte

Pablito tenía tan sólo tres años cuando vio por primera vez el mar. Se acercó con timidez a la orilla, mojó sus pequeños pies, sintió las olas que subían y una ola traviesa le salpicó las rodillas. Retrocedió instintivamente y buscó con la mirada la figura de su mamá que estaba a pocos metros. Ella le sonrió con confianza. Pablito se le acercó, ella lo levantó y cuando estaba entre sus brazos le preguntó: “Mami, ¿Qué hay más allá del mar?” Ella le respondió: ”agua, hijito”. Pero Pablito quiso saber más: “¿y más allá?” “Más agua” fue la respuesta. “¿Y allá, dónde está esa línea que toca el cielo?” Y tuvo la misma respuesta: “más agua”.
Entonces Pablito se bajó de los brazos de su mamá, salió corriendo hacia la carpa, entró,cerró la cortina y se quedó ahí por un largo, largo rato.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La gente

Por donde quiera que vaya está la gente. Los seres anónimos que no salen en los títulos de los diarios. Que se levantan cada día para trabajar y trabajar e intentar vivir cuando queda tiempo.
Ellos, de carne y hueso, que te sonríen y te saludan aunque no tengan casi nada. Ellos son héroes que no escriben la historia ni la cuentan.
Ellos que se inventan una alegría, que silban y cantan aunque desafinen.
Ellos tan pequeños y tan grandes que trabajan aunque estén tristes.
Ellos que no hacen discursos ni dicen palabras importantes.
Ellos, la gente y su simpleza, la gente y sus sonrisas, la gente y sus milagros de esperanza.
La gente que bendice su trabajo aunque el trabajo no siempre los bendiga.
Ellos, la gente me conmueve, porque llueva o salga el sol, ellos hacen y viven.
Viven aunque la esperanza no esté en ellos pero saben que está en los hijos y los llevan a la escuela y los peinan prolijamente como si peinaran el futuro.
Ellos saben aunque no lo digan que mañana será mejor.
 
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