“Su piel, magnolia que mojó la luna. Su voz, murmullo que entibió el amor” Homero Manzi
Paula estaba sentada tomando un trago y mirando por la ventana del café Petit Colón, a pasos del teatro que le dio su nombre, en Buenos Aires. Olivier entró pero ella no lo vio porque la lluvia la había atrapado. El se acercó y por detrás de su hombro le susurró algo al oído, su voz masculina le recorrió la nuca y la piel mientras el tango "Malena" inundó el café.
Ella dijo un “oui”apenas perceptible, se levantó y se dejó llevar por él. Bailaron como si fuera la última vez entregándose en cuerpo y alma.
Cuentan algunos curiosos que siguieron bailando y bailando hasta el amanecer y que se fueron abrazados bajo la lluvia, él silbando como un porteño y ella empapada en champán francés.
miércoles, 5 de octubre de 2011
martes, 6 de septiembre de 2011
Muñeca de siliconas (tango)
Se agrandó las lolas,
Se achicó la cintura
Con la lipoaspiración.
Se puso colágeno en los labios
Se hizo extensiones en el lope
Pero todo fue al dope.
El quía igual la plantó.
Se fue con otra
Que no estaba ni para un seis
Pero que era una mina de veras
De ésas que dan vuelta a cualquiera
Que las tenga bien puestas.
Una mina sin colágeno ni gimnasio
Pero hecha pa’ l amor
Una mina compañera
Calentona y querendona
Que lo hizo sentir más hombre
Al chabón.
Se achicó la cintura
Con la lipoaspiración.
Se puso colágeno en los labios
Se hizo extensiones en el lope
Pero todo fue al dope.
El quía igual la plantó.
Se fue con otra
Que no estaba ni para un seis
Pero que era una mina de veras
De ésas que dan vuelta a cualquiera
Que las tenga bien puestas.
Una mina sin colágeno ni gimnasio
Pero hecha pa’ l amor
Una mina compañera
Calentona y querendona
Que lo hizo sentir más hombre
Al chabón.
miércoles, 17 de agosto de 2011
Antonio y Margarita
“La Luna ya no es de los poetas, ahora es de los astronautas”, dijo Antonio en voz alta aquel 20 de julio de 1969 en que el hombre pisó por primera vez la luna. Y sí, era la misma luna de la noche en que se enamoró perdidamente de Margarita, de su pelo negro larguísimo, de sus escotes generosos y de sus ojos de hembra en celo. Era la misma luna llena que los acompañó la noche en que se casaron y la miraron juntos como si la vieran por primera vez. Esa luna que los acompañó en las frescas noches de verano paseando, besándose y haciendo el amor a toda hora.
“Y la luna chapaleando sobre el fango y a lo lejos la voz de un bandoneón” canturrea Margarita mientras prepara un guiso y lo condimenta, esperándolo transpirada y encendida como siempre.
El también llega transpirado de su trabajo en el puerto. Huele a hombre, a sudor de trabajo de sol a sol, la camiseta empapada y el alma de fiesta porque sabe que tiene casi todo: la tiene a ella, Margarita; tiene su trabajo duro pero sabe que él lleva el pan a la casa; tiene el respeto de los hombres a los que dirige; tiene la alegría de vivir que no es poco.
Llueva o salga el sol, ella lo espera con su batón simple ceñido al cuerpo que ajusta su cadera amplia y voluptuosa como sus ganas de abrazarlo mientras toman el vino y saben, aunque no lo digan, que la vida es una fiesta y brindan por ése y tantos otros días.
martes, 26 de julio de 2011
Testaturada
Parecía que iba a bajar los brazos pero ahí estaban: mi testaruda humanidad y esperanza me aguardaban. Fieles a pesar de las dudas y de la incertidumbre me esperaron como los abrazos y las palabras de los amigos.
Afortunadamente suelo esperar cuando casi no espero nada.
Afortunadamente suelo esperar cuando casi no espero nada.
jueves, 14 de julio de 2011
viernes, 10 de junio de 2011
viernes, 13 de mayo de 2011
El ángel de la mesa
A mi abuela Rosa
Poné el mantel, hacelo con amoroso cuidado porque el ángel de la mesa sobrevuela y roza el borde de las copas.
Aunque no lo veas, guarda la armonía y la memoria de la familia.
Respetá cada lugar.
No lo maltrates, así nunca te va a faltar.
Cuando la comida termine, replegá los bordes del mantel para que duerma y vuelva una vez más.
Poné el mantel, hacelo con amoroso cuidado porque el ángel de la mesa sobrevuela y roza el borde de las copas.
Aunque no lo veas, guarda la armonía y la memoria de la familia.
Respetá cada lugar.
No lo maltrates, así nunca te va a faltar.
Cuando la comida termine, replegá los bordes del mantel para que duerma y vuelva una vez más.
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