Había una vez un joven verdulero peruano que no había podido estudiar. Juan era de Boca Juniors, tenía la piel oscura y a veces eso le costaba el desprecio de algunas “señoras” del barrio.
Sin embargo Juan tenía un don de gente, ése que no se aprende en el colegio sino en la casa. Nunca le faltaba una sonrisa, un “buenos días, señora”. Un verdadero caballero, trabajador silencioso de sol a sol. Casi nunca lo escuché quejarse a pesar del trabajo a la intemperie. Con lluvia o con sol, él elige las mejores frutas para sus clientes y carga cajones y bolsas.
Él no va a ser doctor pero no importa porque él es un gran señor.
lunes, 3 de mayo de 2010
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