lunes, 12 de marzo de 2012
A mis hermanos del alma
No tienen tu misma sangre, no son tus padres ni tus hermanos. Pero tienen un parentesco extrañamente poderoso que es el del alma. Puede que estén en la otra punta del mundo o al alcance del teléfono, de la mano o del abrazo. Y te acompañan en las noches en las que la soledad te duele porque te mandan un mensaje por e-mail o por una estrella. Porque sabés que en alguna parte están y sólo por eso, por saber que existen te sentís menos sola.
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