Quisiera morir de vieja pero joven del alma. Que me queden pocas deudas conmigo misma. Que haya podido dar todo lo que tengo sin retacear a quienes lo merecen porque también me dan generosamente.
Que pueda morir de pie percibiendo mi respiración y los latidos de mi corazón que no se ahorró alegrías ni penas, que se abrió y se abrió todo lo que pudo.
Que el balance en esa hora final me de positivo: que recuerde toda la belleza de esta vida terrestre y que con los años, tenga sabiduría para poder dejar de lado los rencores y penas. Que las arrugas sean por sonrisas y no por fruncir el ceño.
Que me recuerden como alguien que por sobre todas las cosas trató de ser lo más honesta consigo misma y que VIVIO y no miró pasar la vida.
martes, 2 de febrero de 2010
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